viernes, 17 de junio de 2011

Bob Dylan: Entrevista para Playboy

BOB DYLAN
ENTREVISTA PARA PLAYBOY
1966 




“La música popular,” le dijiste a un reportero el año pasado, “es la única forma de arte que describe el ánimo de los tiempos. En el único lugar en que eso sucede es en la radio y en los discos. Allí es donde la gente pasa el tiempo. No con los libros; no en los teatros; no en las galerías. Todo ese otro arte del que estábamos hablando no puede salir de su cascarón. No hace feliz a nadie.” En vistas de que, hoy en día, la gente lee libros, va a ver obras y a galerías de arte más que nunca, ¿crees que lo que dijiste se apega a la realidad?
Las estadísticas miden la cantidad, no la calidad. La gente que se hace cargo de las estadísticas está muy aburrida. El arte –si existe algo a lo que poder llamar arte- está en los baños; todos lo saben. Ir a una galería de arte en la que te sirven leche y donuts y donde toca una banda de rock n’ roll: eso es sólo una cuestión de status. No lo critico, date cuenta; pero yo suelo pasar mucho tiempo en el baño. Creo que los museos son vulgares. Todos están en contra del sexo. Igualmente, no dije que la gente pasaba el tiempo con la radio; dije que se conectaba en la radio.

¿Por qué crees que el rock n’ roll llegó a convertirse en un fenómeno internacional?
En verdad, no creo que haya algo como rock n’ roll. De hecho, cuando piensas en ello, nada que no tenga una existencia real puede estar ligado a un fenómeno internacional. De todas formas, ¿qué significa “rock n’ roll”? ¿Significa Beatles, significa John Lee Hooker, Bobby Vinton, el hijo de Jerry Lewis? ¿Qué hay de Lawrence Welk? Él debe poder tocar algún rock n’ roll. ¿Esta gente es toda igual? ¿Ricky Nelson es como Otis Redding? ¿Mick Jagger es realmente como Ma Rainey? Yo puedo decirte con sólo ver la forma en que sostienen un cigarrillo si son como Ricky Nelson. Creo que está bien que Ricky Nelson guste: de hecho, no podría preocuparme menos si a alguien le guste Ricky Nelson. Pero creo que no estamos yendo por las ramas. No hay tal cosa como Ricky Nelson. No hay tal cosa como Beatles. Oh, perdón, me retracto: hay muchísimos Beatles. Pero no hay nadie como Bobby Vinton. De todas maneras, la palabra acorde no es “fenómeno internacional,” sino “pesadilla paternal.”

En los últimos años, según algunos críticos, el jazz ha perdido atractivo en las generaciones jóvenes. ¿Estás de acuerdo?

No creo que el jazz haya atraído alguna vez a las generaciones jóvenes. En todo caso, no sé realmente de qué generación joven se trata. No creo que vayan a meterse en un club de jazz de todas formas. Pero el jazz es algo difícil de seguir; me refiero a que en verdad tiene que gustarte el jazz para querer seguirlo. Y mi lema es: nunca seguir nada. No sé cuál es el lema de la generación joven, pero me animaría a pensar que deberían seguir a sus padres. Digo, ¿qué le dirían sus padres a un chico que llega a casa con un ojo de vidrio, un disco de Charlie Mingus y los bolsillos llenos de plumas? Preguntarían, “¿a quién estuviste yendo a escuchar?” Y el pobre chico tendría que quedarse allí, con agua en los zapatos, la corbata anudada a la oreja y hollín saliendo de su ombligo, y diría, “Jazz, padre, estuve yendo a escuchar jazz.” Y su padre probablemente diría, “trae una escoba y limpia todo ese hollín antes de irte a dormir.” Y luego la madre del chico le dirá a sus amigas, “Oh, sí, nuestro pequeño Donald, es parte de la nueva generación, sabes.”

Solías decir hasta hace poco que querías tocar lo mínimo posible, que querías darte la mayor cantidad de tiempo para ti mismo. Sin embargo, estás tocando cada vez más y sacando discos cada año. ¿Por qué es? ¿Es por dinero?

Ahora todo ha cambiado. La primavera anterior, creí que iba a parar de cantar. Me sentía muy agotado y por la manera en que se estaban dando las cosas, se preveía una situación muy desgastante. Me refiero a estar cantando “Everybody loves you for your black eye” mientras en tu cabeza todo se está desplomando. Más allá de todo, estaba tocando un montón de canciones que no tenía ganas de tocar. Cantando palabras que no quería cantar. No me refiero a palabras como “Dios” y “madre” y “Presidente” y “suicidio” y “cuchilla de carne,” sino a palabras simples como “si” y “esperanza” y “tú.” Pero Like A Rolling Stone lo cambió todo: después de eso no volví a preocuparme por escribir libros o poemas o lo que sea. Digo, era algo que yo mismo podía entender. Es muy abrumador tener a tu alrededor gente que te dice cuanto te entiende cuando no puedes entenderte a ti mismo. Es un entretenimiento de un ingenio tremebundo. Al contrario de lo que piensan algunos asustadizos, no toco con una banda ahora por razones comerciales o de propaganda. Se trata tan solo de que mi música son imágenes y la banda hace la música de esas imágenes. 




¿Sientes que el haber reunido a un grupo y pasar del folk al folkrock te ha mejorado como intérprete?

No estoy interesado en mí como intérprete. Los intérpretes interpretan a otra gente. Es lo que los diferencia de los actores. En mi cabeza todo se ve muy simple. No importa qué tipo de reacción provoque en la audiencia. Lo que sucede sobre el escenario es contundente. No se espera la aprobación ni el veto de ningún agitador. Es ultrasimple, y sucedería tanto si hubiese alguien ahí para escucharlo como si no. En lo que concierne al folk y al folkrock, no interesa qué clase de nombres horribles invente la gente para la música. Podría ser llamada “música arsénica,” o quizás “música de Fedra.” No me parece que una palabra como folkrock tenga algo que ver con todo esto. Y “música folk” es un término que no puedo usar. La música folk es un montón de gente gorda. Tengo que pensar en todo esto como música tradicional. La música tradicional estaba basada en hexagramas. Se inspiraba en leyendas, en la Biblia, en las plagas, y hablaba sobre vegetales y muertes. No hay nadie que vaya a matar a la música tradicional. Todas esas canciones sobre rosas creciendo en la cabeza de la gente y amantes que en verdad son gansos y cisnes que devienen ángeles – todo eso no va a morir. Se trata tan solo de un montón de paranoicos que creen que alguien vendrá y les robará el papel higiénico del baño –ellos son los que van a morir. Canciones como “Which Side Are You On?” y “I Love You, Porgy” – no son canciones folk; son canciones políticas. Y ya están muertas. Obviamente, la muerte no es algo que se acepte universalmente. Digo, quizás pienses que la gente en torno a la música tradicional deduce a través de sus canciones que el misterio –el misterio, simple y llano- es un hecho, un hecho tradicional. Yo escucho viejas baladas, pero no iría a una fiesta para escuchar esas viejas baladas. Podría darte una descripción detallada de lo que han hecho de mí, pero probablemente cierta gente pensaría que mi imaginación se ha vuelto loca. Me resulta gracioso que la gente tenga en verdad las agallas para pensar que yo tengo una imaginación fantástica. Me desola un poco. Pero, de todas formas, la música tradicional es demasiado irreal como para morir. No precisa que nadie la proteja. Nadie va a hacerle daño. Hoy en día, es en esa música donde puedes sentir la única verdadera muerte válida al poner un disco. Pero como todo lo que tiene gran demanda, la gente se lo apropia. Tiene que ver con cierta pureza. Creo que lo que no tiene significado es sagrado. Todos saben que yo no soy un cantante folk. 




Algunos de tus viejos fans han reconocido que, desde tu debut con una banda de rock n´roll el año pasado, en el festival de folk de Newport, recibes muchos abucheos, bastante estridentes, por haberte “vendido” a un cierto gusto comercial. El primer Bob Dylan, sienten ellos, era el Bob Dylan “puro.” ¿Cómo te sientes al respecto?

Me ha dejado atónito. Pero no puedo menospreciar a alguien por venir a abuchearme. Después de todo, ha pagado para poder entrar. Sin embargo, podrían haber sido un poco menos vociferantes y menos persistentes. Había también mucha gente vieja allí; muchas familias que habían conducido desde Vermont, muchas enfermeras con sus padres, y bueno, ellos venían solamente para relajarse en una fiesta folk, sabes, donde sonasen una o dos polcas indias. Y cuando todo estaba yendo muy bien, ahí llego yo y todo el lugar se convierte en una fábrica de cerveza. Había allí mucha gente bastante complacida de que yo fuese abucheado. Pude verlos después. Lo que me molesta, pese a todo, es que todo aquel que me abucheó haya dicho luego que lo hizo porque era un viejo fan.

¿Qué opinas de que digan que has vulgarizado tus dones naturales?

¿Qué podría decir? Me gustaría ver a alguno de esos viejos fans. Me gustaría que me los trajeran con los ojos vendados. Es como perderte en el desierto y pedir auxilio y que luego, al volver, los niños del parque te arrojen la arena del arenero. Sólo tengo 24 años. Esta gente que ha dicho esto, ¿eran norteamericanos?

Fuesen o no norteamericanos, se trataba de muchísima gente a la que no le gustaba tu nuevo sonido. En vistas de esta reacción negativa tan extendida, ¿no piensas que has cometido un error al cambiar de estilo?

Un error es cometer un malentendido. A este respecto no puede haber tal cosa. Tanto si la gente entiende como si la gente finge entender – o como si la gente no entiende realmente. De lo que estás hablando aquí es de hacer algo equivocado por una razón egoísta. No conozco una palabra para eso, a menos que sea “suicidio.” En cualquier caso, no tiene nada que ver con la música. 




Sea o no un error, ¿qué te hizo decidirte por el camino del rock n’ roll?

El descuido. Perdí a mi viejo amor. Empecé a beber. Lo primero que sé es que estaba en una partida de cartas. Luego, caigo en que es un juego de mierda. Desperté en un billar. Una mujer mexicana enorme me arrastra fuera de la mesa, me lleva a Philadelphia. Me deja en su casa y todo arde en llamas. Acabo en Phoenix. Consigo trabajo como Chino. Empiezo a trabajar en una tienda de baratijas y me mudo con una chica de trece años. Después esta mexicana enorme de Philadelphia llega y enciende fuego la casa. Me voy a Dallas. Consigo trabajo como “antes,” en una publicidad de dietas; el “después” era Charles Atlas. Me mudo con un repartidor que cocina unos chiles y unos hotdogs fantásticos. Después, esta chica de trece años de Phoenix llega y enciende fuego la casa. El repartidor –no era tan bondadoso- le da a ella un cuchillo y lo próximo que sé es que estoy en Omaha. Hace mucho frío; por entonces ya estoy robando mi propia bicicleta y friendo mi propio pescado. Tengo un golpe de suerte y consigo trabajo como carburador en las carreras de coches de los jueves por la noche. Me mudo con una profesora de secundario que trabaja a la vez de fontanera y a la que no hay que prestar mucha atención, aunque fue capaz de construir un nuevo tipo de refrigerador que puede convertir el periódico en lechuga. Todo va bien hasta que el repartidor aparece y trata de acuchillarme. No es necesario decir que también quemó la casa y que yo me hago al camino de inmediato. El primer tipo que me levanta me preguntó si quería ser una estrella. ¿Qué podría decir?

¿Y así fue como te convertiste en cantante de rock n’ roll?

No, así fue como contraje tuberculosis.

Pongámoslo de otra manera, ¿por qué has dejado de componer y cantar canciones de protesta?

He dejado de componer y cantar todo aquello que se escriba por alguna razón o que se cante por algún motivo. No me malinterpretes. La palabra “protesta” no es mi palabra. Nunca me creí cercano a esa palabra. La palabra “protesta”, creo, se inventó para la gente que se somete a cirugía. Es una palabra de parque de diversiones. Cualquier persona normal que esté en sus cabales tendría que tener dificultad para pronunciarla con honestidad. La palabra “mensaje” suena como a tener hernia. Es igual que la palabra “delicioso.” Y “maravilloso.” Los ingleses pueden pronunciar “maravilloso” bastante bien. Sin embargo, no pueden decir “escabroso” tan bien. Bueno, cada uno tiene lo suyo. De todas formas, las canciones con mensaje, como todo el mundo sabe, son muy pesadas. Sólo los editores de periódicos estudiantiles y las chicas de menos de catorce años pueden tener tiempo para ellas.

Has dicho que las canciones con mensaje son vulgares. ¿Por qué?

Bueno, primero de todo, todo aquel que tiene algún mensaje lo extrae de la experiencia para meterlo luego en una canción. Digo, no siempre saldrá el mismo mensaje. Luego de uno o dos intentos vanos, uno se da cuenta de que el mensaje resultante, que no es el mismo mensaje que habías pensado y con el que había comenzado a trabajar, te exige que te apegues a él; porque, después de todo, una canción se aleja de tu boca tan pronto como se aleja de tus manos. ¿Me sigues?




Oh, perfectamente.

Bueno, luego, tienes que respetar el derecho de los demás de tener también un mensaje para ellos mismos. Yo lo que voy a hacer es alquilar el ayuntamiento y meter unos 30 chicos de la Western Union ahí. Digo, entonces sí que van a escucharse mensajes. La gente podrá venir y escuchar más mensajes de los que pudo oír en toda su vida.

Pero a tus primeras baladas se las llamó “canciones de protesta apasionada.” ¿Eso no las convierte en música “con mensaje”?
Eso no importa. ¿No entiendes? He estado escribiendo desde los ocho años. Toco la guitarra desde los diez. Me crié tocando y escribiendo todo aquello que podía tocar o escribir.

¿Sería injusto decir entonces, como algunos dijeron, que fueron motivos comerciales más que creativos los que te llevaron a escribir el tipo de canciones que te hicieron popular?

Bien, mira. No es algo tan profundo. No es tan complicado. Mis motivos, o lo que sea, nunca fueron comerciales en el sentido monetario de palabra. Era más bien en el sentido de no-poner-la-cabeza-debajo-de-la-sierra. Nunca lo hice por dinero. Sucedió y dejé que me sucediera. No había ninguna razón para que no dejara que sucediera. Pero de todas formas, no podría haber escrito antes lo que hoy escribo. Las canciones solían ser sobre lo que veía y sentía. Nada de mi propio vómito rítmico se inmiscuía en ellas. El vómito no es romántico. Yo pensaba que las canciones debían ser románticas. Y no quería cantar nada que fuese específico. Lo específico no tiene sentido del tiempo. Todos nosotros no tenemos sentido del tiempo; es un cuelgue dimensional. Cualquiera puede ser específico y obvio. Ese siempre ha sido el camino más fácil. Es el que toman los líderes del mundo. No se trata de que sea muy difícil ser poco específico y menos obvio; sino de que no existe nada, absolutamente nada, sobre lo que ser específico y obvio. Mis viejas canciones, para dejarlo claro, no eran sobre nada. Las nuevas hablan sobre nada también, aunque quizás puedan verse por dentro con algo más grande, algo que quizás podríamos llamar ningún lugar. Pero todo esto es enfermizo. Yo sé de qué son mis canciones.

¿De qué son?

Oh, algunas son de cuatro minutos, algunas de cinco y algunas, lo creas o no, son de once o doce.

¿Puedes ser un poco más informativo?

No. 




Bien. Cambiemos de tema. Como ya sabrás, el promedio de edad de la gente que escucha tus canciones está entre los 16 a los 25 años. ¿Por qué creés que es así?

No veo tan extraño que sea ese promedio el que escuche mis canciones. Soy lo suficientemente hip como para saber que no van a estar entre los 85 y los 90. Si los que están entre los 85 y los 90 me escucharan, sabrían que no estoy diciéndoles nada. Los que están entre 16 y 25, probablemente sepan que tampoco les digo nada a ellos– y ellos saben que yo lo sé. Es divertido. Obviamente, no soy una computadora IBM más de lo que soy un cenicero. Digo, es obvio para todo aquel que haya dormido alguna vez en la parte de atrás de un coche que no soy un maestro de escuela.

Más allá de que no eres un maestro de escuela, ¿no te gustaría ayudar a la gente joven que te entiende a volverse contra aquello en lo que se han convertido sus padres?

Bueno, tengo que decir que en verdad no conozco a sus padres. En realidad no sé bien si los padres de cualquiera son tan malos. Me disgusta llegar como un debilucho o un cobarde y darme cuenta de que cierta religiosidad parece haberse perdido, pero no soy la persona indicada para vagar por el país salvando almas. No me atropellaría a alguien que está durmiendo en la calle y ciertamente, no me convertiría en verdugo. No dudaría en darle un cigarrillo a un hambriento. Pero no soy un pastor. No estoy para salvar a nadie del destino, del cual no sé nada en absoluto. “Padres” no es la palabra clave aquí. La palabra clave es “destino” No puedo salvar a nadie de eso.

Aún así, miles de jóvenes te ven como una especie de héroe del folk. ¿Sientes algún tipo de responsabilidad para con ellos?

No siento que tenga responsabilidad alguna, no. Quien sea que escuche mis canciones no me debe nada. ¿Cómo podría sentirme responsable por miles de personas? ¿Qué podría hacerme pensar que yo le debo algo a alguien por el sólo hecho de estar ahí? Nunca he escrito una canción que comience con las palabras “Los he reunido aquí esta noche…” No estoy para decirle a nadie que sea bueno y que irá al cielo. De todas formas, verdaderamente no sé que piensan de mí todas estas personas que están del otro lado de mis canciones. Es horrible. Apuesto a que Tony Bennet no tiene que pasar por todo esto. Me pregunto si Billy The Kid tuvo alguna vez que responder preguntas así.




Entre tus admiradores, mucha gente joven comenzó a imitar tu manera de vestir – un comentador se refirió a ti como “un tímido bicho raro de insolente desprolijidad.” ¿Cuál tu opinión sobre este tipo de menosprecio?

Eso es una mierda. Oh, cuánta mierda. Conozco al tipo que dijo eso. Solía venir por aquí para que le diéramos una paliza. Es mejor que se cuide; hay gente detrás de él. Van a desnudarlo y dejarlo en Times Square. Lo atarán y también le van a poner un termómetro en la boca. Ese tipo de observaciones e ideas mórbidas son insignificantes. Digo, hay una guerra llevándose a cabo. La gente contrae raquitismo; todos quieren comenzar un motín. Mujeres de cuarenta años comen espinacas en cajones. Los doctores no tienen aún la cura para el cáncer. Y un pueblerino habla de que no le gusta la manera de vestir de alguien. Es peor que eso, porque se imprime y mucha gente inocente tiene que leerlo. Es terrible. Y él es un hombre terrible. Obviamente está alimentándose con su propia grasa y espera que sus hijos lo cuiden. Sus hijos probablemente escuchen mis discos. El hecho de que mi ropa sea larga, ¿significa que no estoy calificado para hacer lo que hago?

No, pero algunos piensan que sí – y muchos de ellos parecen sentir lo mismo con respecto a tu pelo. Pero comparado con las melenas largas hasta los hombros que llevan los grupos de estos días, tú pareces más conservador. ¿Qué piensas de estos peinados tan inusuales?

De lo que la mayoría de la gente no se da cuenta es que es más abrigado llevar el pelo largo. Todos queremos estar abrigados. La gente con pelo corto se congela muy fácilmente. Luego tratan de esconder su frialdad y se ponen celosos de que todo el mundo esté abrigado. Así se convierten en barberos o congresistas. Muchos guardias en la prisión llevan el pelo corto. ¿Te habías dado cuenta de que el pelo de Abraham Lincoln era más largo que el de John Wilkes Booth?




¿Piensas que Lincoln llevaba el pelo largo para tener abrigada la cabeza?

En realidad, creo que era por razones de salud, cosa que no me preocupa. Pero creo que si lo piensas bien, te darás cuenta de todo el pelo de uno envuelve al cerebro que está dentro de tu cabeza. Matemáticamente, cuanto más puedas sacar de tu cabeza, mejor. La gente que quiere liberar la mente de los demás desapercibe muchas veces el hecho de has de tener cierta desprolijidad en el cerebro. Obviamente, si dejas que te crezca el pelo, tu cerebro será un poco más libre. Pero toda esta charla sobre llevar el pelo largo es un jugarreta. Fue pensada por hombres y mujeres que lucen como cigarros –el comité anti-felicidad. Son policías y oportunistas. Puedes ver quiénes son: siempre andan cargando calendarios, armas o tijeras. Intentan empantanarte. Creen que tienes algo. No sé por qué Abe Lincoln llevaba el pelo largo.

Hasta el momento en que abandonaste las canciones “con mensaje,” no eras considerado solamente un voz importante en el movimiento estudiantil de protesta sino también un campeón militante en la lucha por los derechos civiles. Según algunos amigos, parecías sentir un vínculo especial de parentesco con el SNCC (Comité Coordinador de Estudiantes contra la Violencia), al cual apoyaste activamente como voluntario y como cantante. ¿Por qué hoy te has retraído con respecto a estas causas? ¿Has perdido tanto interés en las canciones de protesta como en la protesta misma?

En lo que concierne al SNCC, conocía a algunas personas que estaban en él, pero las conocía sólo como gente, no como parte de algo que era más grande o mejor que ellos mismos. No supe lo que eran los derechos civiles hasta que los conocí. Digo, sabía que hay negros y que hay gente a la que no le gustan los negros. Pero tengo que admitir que si no hubiese conocido a la gente del SCNN, habría pensando que Martin Luther King no era nada más que un héroe de guerra en desgracia. No he perdido interés alguno en la protesta desde entonces. Antes no tenía interés alguno en la protesta – tanto como no lo tenía en los héroes de guerra. No puedes perder lo que nunca has tenido. Más allá de todo, cuando no estás conforme con tu situación, o bien te desinteresas o bien lo enfrentas. No puede quedarte ahí y ponerte a lloriquear. En ese caso, la gente se vuelve consciente del ruido que haces, pero no se vuelve consciente de ti. Aún cuando te den lo que quieres, será porque estás haciendo mucho ruido. Lo primero que sabes es que quieres otra cosa, y luego otra cosa, y luego otra cosa, hasta que finalmente deja de tener gracia, y lo que sea contra lo cual protestes al final se vuelve un hastío y empieza a molestar a todo el mundo. Por supuesto, puedes tratar de reunir gente que es menos que tú, pero no te olvides de que estás jugando con la gravedad. Yo no peleo con la gravedad. Creo en la igualdad, pero también en la distancia.




¿Te refieres a gente que mantiene cierta distancia racial?

Creo en la gente que puede mantener lo que tiene.

Cierta gente quizás pueda sentir que tratas de escabullirte de las cosas en las que crees.

Esa sería gente que piensa que tengo algún tipo de responsabilidad para con ellos. Probablemente quieran que les ayude a hacerse de amigos. No lo sé. Probablemente quieran encerrarme en sus casas para que salga afuera a cada hora y les diga qué hora es, o para meterme debajo del colchón. ¿Cómo pueden entender lo que yo creo?

Bueno, ¿en qué crees entonces?


Ya te lo he dicho.

Bien. Muchos de tus colegas siguen involucrados activamente en la lucha por los derechos civiles, con libertad de opinión, más allá de Vietnam. ¿Crees que están equivocados?

No creo que estén equivocados, si es eso lo que piensan que deben hacer. Pero no creas que lo que tienes ahí fuera es un montón de Budas, desfilando una y otra vez. La gente que usa a Dios como un arma debería ser acabada. Los ves por todos lados, todo el tiempo: “Sé bueno o no le gustarás a Dios y te irás al infierno.” Cosas así. La gente que marcha con slogans y cosas por el estilo tiende a creerse sagrada. Sería muy pesado si ellos también empezaran a usar a Dios como un arma.

¿Piensas que no tiene sentido dedicarse a causas de paz y de igualdad racial?

Tiene sentido dedicarse a la paz y a la igualdad racial, pero no tiene sentido dedicarse a su causa; eso verdaderamente no tiene sentido. Es muy misterioso. Decir “causa por la paz” es como decir “trozo de manteca.” Digo, ¿cómo puedes escuchar a alguien que quiere que creas que se dedica a un trozo y no a la manteca? La gente que no puede concebir cómo otros hacen daño: ellos son los que están cambiando al mundo. Todos temerosos de admitir que en verdad no se conocen entre ellos. Probablemente estén aquí mucho después de que nosotros nos hayamos ido y hayamos dado a la luz a los que vendrán. Pero ellos mismos – No creo que ellos den a luz a nada.

Suenas un poco fatalista.

No soy fatalista. Los cajeros de los bancos lo son; los oficinistas son fatalistas. Yo soy un granjero. ¿Se ha escuchado alguna vez a un granjero fatalista? No soy fatalista. Fumo muchos cigarrillos, pero eso no me hace fatalista.




Te citaron recientemente diciendo que “las canciones no pueden salvar al mundo. Yo ya he pasado por eso.” Lo tomamos como que no compartías la creencia de Pete Seeger de que sí pueden cambiar a la gente, que pueden ayudar a construir una comprensión a nivel internacional.

En lo que refiere a la comprensión a nivel internacional, está bien. Pero tienes un problema con la traducción aquí. Cualquiera con tu nivel de pensamiento tiene que además pensar en la traducción. Pero, en todo caso, no creo que las canciones puedan cambiar a la gente. No soy Pinocho. Considero eso como un insulto. No soy parte de ello. No culpo a nadie por pensar así. Pero no les doy un solo centavo. No considero tampoco que sean conservadores; son más bien de la categoría de los arribistas.

¿Qué piensas de los que corrieron el riesgo de ir a prisión al quemar sus cartas de reclutamiento en oposición al interés de Estados Unidos en Vietnam, y rehusarse –como lo ha hecho tu amiga Joan Baez- a pagar impuestos a la ganancia como protesta contra a los gastos en armamento y en la guerra? ¿Crees que están perdiendo el tiempo?

Quemar las cartas de reclutamiento no va a detener la guerra. Ni tampoco va a salvar vidas. Si alguien se siente más honesto consigo mismo al hacerlo, es genial; pero si hace que se sienta más importante, es un agobio. En verdad no sé mucho de los problemas que tenga Joan Baez con los impuestos a la ganancia. Lo único que puedo decirte sobre Joan Baez es que no Belle Star.

Un columnista describió a este tipo de manifestantes como “incineradores barbudos de cartas de reclutamiento y evasores de impuestos a la ganancia,” ubicándolos no lejos del lugar social que ocupan los yonquis, los homosexuales y los asesinos en masa. ¿Cuál es tu reacción frente a esto?

No creo en esas palabras. Hay mucha histeria allí. No describen nada. Mucha gente piensa que homosexual, gay, maricón, drag queen y tortillera son la misma palabra. Todos piensan que un yonqui es un monstruo que se droga. En lo que a mí concierne, yo no me considero nada. Sólo me considero apartado. 




Joan Baez abrió hace poco una escuela en el norte de California para guiar a los que luchan por los derechos civiles por el camino de la no violencia. ¿Sientes compasión por algo así?

Si te refieres a estar de acuerdo o no, en verdad no veo nada con lo que tener que estar de acuerdo. Si te refieres a si algo así tiene mi aprobación, es probable que sí la tenga, pero mi aprobación no podría hacerle ningún bien. No sé nada de la compasión de los demás; la mía está con los caídos, los pobres y las cosas bellas. Tengo la sensación de estar perdiendo poder –algo parecido a un sentimiento de reencarnación. No siento lo mismo por lo mecánico, como los autos y las escuelas. Seguro que es una escuela preciosa, pero si me preguntas si yo iría, tendría que decirte que no.

Para ser el tipo que abandonó la universidad en el primer año, pareces tener un visión bastante oscura de la enseñanza en general, no importa cuál sea el tema.

En verdad, no he pensado en ello.

Bueno, ¿te has arrepentido alguna vez de haber dejado los estudios?

Eso sería ridículo. Las universidades son como los geriátricos. Exceptuando que muere más gente estando en la universidad que en un geriátrico, no hay mucha diferencia. Mucha gente tiene dones –la oscuridad, por ejemplo- y pocos son agradecidos de ello. A todos se nos enseña a ser agradecidos por la comida, la ropa y cosas como ésas, pero no a ser agradecidos por la oscuridad. Las escuelas no enseñan eso; enseñan a la gente a ser un rebelde o a ser abogado. No voy a tirarme contra el sistema educativo; eso sería demasiado tonto. Se trata solamente de que no hay mucho que enseñar. Las universidades forman parte de las instituciones norteamericanas; eso tiene el respeto de todos. Tienen mucho dinero y mucha influencia, pero no tienen nada que ver con la supervivencia. Eso lo sabe todo el mundo.

¿Le aconsejarías a la gente joven que abandone la universidad entonces?

No le aconsejaría nada a nadie. Verdaderamente no le aconsejaría a nadie que no vaya a la universidad. Tan solo no esperaría nada de su camino en la universidad.




¿No crees que las cosas que uno aprende en la universidad pueden ayudar a enriquecer la vida de uno?

No creo que algo así vaya a enriquecer mi vida, no – no mi vida, al menos. Las cosas suceden más allá de que yo lo sepa o no. Tan solo se vuelve complicado cuando te apegas a ello. Empiezas a no darte cuenta de por qué las cosas se mueven. Dejas que se muevan; las ves moverse; haces que se detengan; y empiezas a moverte. Pero no te sientas allí para tratar de darte cuenta de por qué se mueven –a menos, claro, que seas un imbécil inocente o algún japonés sabio. Más allá de la gente que se queda allí preguntando “¿por qué?” ¿cuántos son verdaderamente los que quieren saber?

¿Puedes sugerir un uso mejor para los cuatro años que pasas en la universidad?

Bueno, puedes perder el tiempo en Italia; ir a Mexico; puedes trabajar como lavaplatos; puedes ir a Arkansas. No sé, hay cientos de cosas que hacer y lugares a los que ir. Todos creen que debes de darte cabezazos contra la pared, pero es una tontería si en verdad lo piensas. Digo, aquí tenemos científicos fantásticos tratando de prolongar la vida humana y tenemos también gente que da por sentado el hecho de que hay que mirar a la pared para ser feliz. Puedes escoger la que menos cercana esté de un insulto. Yo creo que hay que ir donde tus deseos están al desnudo, donde eres invisible y nadie te necesita.

¿Clasificarías al sexo entre tus deseos allí donde sea que estés?

El sexo es algo temporario; no es amor. Puedes conseguir sexo en cualquier lugar. Pero si buscas a alguien que te ame es diferente. Creo que no hay que abandonar la universidad para eso.

Que hayas abandonado la universidad, ¿significa que no has encontrado a alguien que te ame?

Pasemos a la próxima pregunta.

¿Tienes dificultades para relacionarte con la gente –o viceversa?

Bueno, a veces tengo la sensación de que la gente quiere mi alma. Si les digo, “No tengo alma,” me dicen “Ya lo sé. No tienes que decírmelo. No a mí. ¿Qué tan tonto te crees que soy? Soy tu amigo.” ¿Qué puedo decir más que lo siento y que me encuentro mal? Quizás sentirse mal y sentirse paranoico sean la misma cosa.




La paranoia es uno de los estados mentales a los que muchas veces se accede mediante algún alucinógeno, como el peyote y el LSD. Considerando el riesgo que está en juego, ¿crees que este tipo de drogas deben formar parte de las experiencias de madurez de un joven?

No le aconsejaría a nadie usar drogas –especialmente drogas duras; las drogas son medicinas. Pero el opio, el hash y la marihuana no son drogas; tan solo tuercen un poco tu cabeza. Creo que la cabeza de todo el mundo debería torcerse de vez en cuando. Pero no es lo mismo en lo que respecta al LSD. El LSD es una medicina, una medicina diferente. Te hace consciente del universo, por así decirlo; te das cuenta de lo tontos que son los objetos. Igualmente, el LSD no es para la gente con buena onda; es para los locos, los que están llenos de odio y quieren venganza. Es para gente que a menudo tiene ataques cardíacos. Deberían usarlo en la Convención de Génova.

Ahora que estás acercándote a los 30, ¿te preocupa el hecho de volverte más conservador, perder lo abierto que eres a la experimentación, volverte receloso al cambio?

No. Pero si sucede, sucede. ¿Qué puedo decir? No parece que haya mañana alguno. Cada vez que despierto, no importa en qué posición, siempre es el día de hoy. Mirar hacia delante y empezar a preocuparme por cosas triviales de las que nada sé no tiene más importancia que mirar hacia atrás y recordar cosas triviales. No voy a convertirme en un instructor de poesía para las colegialas; eso lo sé bien. Pero eso es todo lo que sé bien. Seguiré haciendo cosas diferentes, creo.

¿Cosas como cuáles?

Como despertar en diferentes posiciones.

¿Qué más?

Soy como cualquier otro. Seguiré intentándolo.

¿Incluyendo el robo y el asesinato?

No podría decir en verdad que no cometería robo o asesinato y esperar que todos me crean. Yo no le creería a nadie si me dijese algo así.




A mitad de los años 20, mucha gente empezó a sentar cabeza, a buscarse un lugar en la sociedad. Pero tú te las has ingeniado para seguir abierto y consecuente con lo que piensas. ¿Qué te estimuló para huir seis veces de casa entre los 10 y los 18 y abandonarla luego definitivamente por tu bien?

Nada en realidad; se trata tan solo de un accidente geográfico. Si hubiese nacido y me hubiese criado en New York o en Kansas City, estoy seguro de que todo habría resultado diferente. Pero Hibbing, Minnesota, no era el lugar indicado para que yo me quedase a vivir. En verdad no había nada allí. Lo único que podías hacer era dedicarte a la minería, e incluso ese tipo de cosas estaban yéndose en picada. La gente que vivía allí era gente agradable; estuve dando vueltas por todo el mundo desde que me fui de allí y ellos siguen destacándose del resto por lo abandonados que están. Las minas estaban muriéndose, eso es todo. Y no era su culpa. Todos a mi edad se fueron de allí. No era nada romántico. No te hace un genio ni un gran lúcido haberte ido y tampoco debes sentirte orgulloso de ello. No me escapé de aquel lugar; sólo le di la espalda. No podía darme nada. Estaba completamente vacío. Así que irme no fue tan duro; hubiese sido mucho más duro tener que quedarme. No quería morir allí. Igualmente, ahora que lo pienso, no es un mal lugar para volver y morir. No existe ningún lugar al que me sienta cercano hoy en día, ningún lugar del que me sienta parte, que no sea New York; pero no soy neoyorquino. Soy del Medioeste, de Minnesota y de Dakota del Norte. Tengo ese color. Hablo de esa manera. Soy de un lugar que se llama Iron Range. Mi cerebro y mis sentimientos provienen de allí. No perdería un brazo para salvar a un ahogado. Nadie de allí lo haría.

Hoy en día estás convirtiéndote en millonario. ¿Sientes el peligro de quedar atrapado por la influencia de serlo, por las cosas que puedes comprar?

No, mi mundo es muy pequeño. El dinero no podría hacerlo crecer. Tan solo puede impedir que se asfixie.

A muchas estrellas les resulta dificultoso involucrarse en el manejo empresarial de sus carreras, inclusive muchos acaban enredados al hacerse cargo. Como el hombre de tres carreras prósperas que eres –músico, compositor e intérprete- ¿te has sentido agobiado alguna vez al atender estas responsabilidades que nada tiene de creativas?

No. En verdad tengo gente que hace ese trabajo por mí. Ellos cuidan mi dinero, lo guardan. Están todo el tiempo con un ojo encima de él y se suponen que son muy listos en lo que respecta al dinero. Ellos saben qué hacer con él y yo les pago bastante. No hablo mucho con ellos y ellos no hablan mucho conmigo después de todo, así que creo que todo está bien.

Si la fortuna no te ha atrapado, ¿qué hay de la fama? ¿Crees que a las celebridades les resulta difícil mantener intacta su vida privada?

Mi vida privada estuvo en peligro desde el principio. Lo que hoy se agrega es una atmósfera diferente.

Solías disfrutar el andar vagando por todo el país –hacer viajes abiertos, errando de ciudad en ciudad, sin un destino preciso en mente. Pero hoy en día pareces estar haciéndolo menos. ¿Por qué? ¿Es porque te has vuelto muy conocido?

Principalmente es porque tengo que estar en Cincinnati el viernes a la noche y la próxima noche en Atlanta. Y la noche posterior a ésa, en Buffalo. Luego tengo que ponerme a escribir canciones para un nuevo álbum.




¿Ya no tienes tiempo para andar en motocicleta?

Soy aún un patriota del camino, pero ya no ando tanto en motocicleta, no.

¿Cómo te diviertes estos días?

Contrato a gente para que me mire a los ojos y luego me pegue patadas.

¿Y así te diviertes?

No. Luego los perdono; ahí es cuando empieza la diversión.

El año pasado le dijiste a un periodista, “He hecho todo lo que quería.” Si eso es verdad, ¿qué ansías hoy en día?

La salvación. Sólo la salvación.

¿Algo más?

Rezar. También me gustaría crear una revista de cocina. Siempre quise ser árbitro de boxeo. Quiero ser árbitro en un campeonato de pesos pesados. ¿Puedes imaginártelo? ¿Puedes imaginarte a cualquier boxeador dándose cuenta de que se trata de mí?

Si tu popularidad menguara, ¿recibirías de buena gana al anonimato?

¿Te refieres a si lo recibiría de buena gana, como a un peregrino que sale de la lluvia? No, no la recibiría así; sin embargo, la aceptaría. Algún día, obviamente, voy a tener que aceptarla.

¿No has pensado alguna vez en casarte, asentarte, tener una casa, quizás vivir en el extranjero? ¿Hay algún lujo que te gustaría tener, digamos, un yate o un Rolls-Royce?

No, no pienso en ese tipo de cosas. Si tengo ganas de comprar algo así, lo haré. Pero lo que me estás preguntando es por el futuro, por mi futuro. Soy la última persona en el mundo a la que habría que preguntarle por el futuro.

¿Estás diciendo que vas a volverte pasivo y dejar que las cosas te sucedan sin más?

Bueno, eso es quizás muy filosófico, pero creo que es verdad.

Planeaste escribir una novela una vez. ¿Sigues en eso?


No creo. Todo lo que escribo va a parar a las canciones ahora. Ya no me interesan otros formatos.




¿Tienes alguna ambición que no hayas cumplido?

Bueno, creo que siempre quise ser Anthony Quinn en “La Strada.” No siempre en realidad –quizás los últimos seis años. No se trata de uno de esos sueños de niño. Ah, y ahora que lo pienso, creo que siempre quise ser Brigitte Bardot también; pero no quiero pensar mucho en todo eso.

¿Tuviste alguna vez el sueño estándar de niño de llegar a ser presidente?

No. Cuando era niño, el presidente era Harry Truman. ¿A quién se le ocurre querer ser Harry Truman?

Bueno, supongamos que fueses presidente. ¿Qué te gustaría llevar a cabo durante los primeros cinco días?

Bueno, ya que insistes, en broma, te diría que lo primero que haría sería mover la Casa Blanca. En vez de estar en Texas, estaría en lado este de New York. (N. del T: la Casa Blanca, de hecho, se encuentra en Washington, no en Texas). McGeorge Bundy tendría que cambiar definitivamente su nombre y habría que forzar al General McNamara a usar lentes oscuros y un gorro de piel. Reescribiría de inmediato “The Star-Spangled Banner,” (N. del T: himno nacional de Estados Unidos) y los niños en la escuela, en vez de memorizar “America The Beautiful,” tendría que memorizar “Desolation Row.” De inmediato también llamaría a Mao Tse-Tung; lucharía contra él en persona – y haría que alguien lo filme.

Una pregunta final: más allá de que estás más o menos retirado de la protesta política y social, ¿se te ocurre alguna circunstancia que pudiera persuadirte de volver a involucrarte?

No. A menos que toda la gente del mundo desaparezca.

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